Esta es una de las recetas básicas para lograr eso que todos buscamos llamado Felicidad y de las que más nos gusta, por supuesto. Muchísimas personas, -sin duda de carácter dormilón-, la defienden a capa y espada frente a aquellos que esgrimen que dormir es una pérdida de tiempo, que siempre hay cosas más importantes que hacer y que es algo que puede posponerse.
Pero empecemos por el objetivo: ser feliz. ¿Existe realmente la Felicidad? Así, en mayúsculas, lo dudamos. La felicidad es un estado transitorio y pasajero, que más bien podríamos denominar alegría, bienestar, sentirnos a gusto con nosotros mismos…, pero nos empeñamos en magnificarla tanto que se convierte en la Felicidad en mayúsculas, algo inalcanzable porque siempre hay un estadio mayor y mejor que conseguir y lograrla es un proceso que no tiene fin. Algo que parece estar a un palmo nuestro pero que, por idealizado, no conseguimos ni rozar. Y eso nos crea un desagradable sentimiento de frustración en todos y cada uno de nosotros.
Es cierto que está a un paso de nosotros, es más, está en nuestras manos pero es necesario que la denominemos, -si “alegrías” se nos queda corto-, pequeña felicidad. La que resulta de pequeños gestos como una mirada, saborear un buen plato de comida, una conversación agradable, una llamada inesperada de alguien al que apreciamos, el entusiasmo de un niño, un descubrimiento positivo, una canción que evoca un momento importante, hacer bien las cosas, … ¡De tantas pequeñas cosa! Y todas de signo positivo. Está claro que todo no es de color de rosa pero hasta en los días más negros hay pequeñas “rositas” que rescatar, así que es imprescindible un cambio de enfoque: apuntar hacia las cosas positivas y evitar, en la medida de lo posible, magnificar las negativas y, ahora sí, dormir bien y descansar para verlo todo con más claridad y encontrar soluciones en vez de ofuscarnos en los problemas.
Nuestro pequeño remedio es una cosa muy nuestra, la siesta, que, depende de lo dormilón que seas, pueden ser desconexiones de diez minutos o… ¡de pijama! Las aconsejamos fervientemente sobre todo después de enterarnos que el 53% de los que dicen ser felices, la practican habitualmente. La siesta, esa fórmula magistral que hace que cada día valga por dos: el doble de disfrute y dos oportunidades en vez de una de encontrar soluciones a nuestras preocupaciones. Ya sabes, este verano… ¡Practica la siesta!
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