Publicado por Dormitienda
8 de septiembre de 2019

La almohada, elemento más personal de un equipo de descanso

La almohada es el elemento más personal de un equipo de descanso. Nos resistimos a deshacernos de las viejas almohadas con el argumento de que se han adaptado a nuestro sueño o se han amoldado a nuestra postura de dormir, e incluso nos la llevamos a todas partes. Si tú eres de los que viajas con ella, has de saber que no eres el primero ni serás el último, aunque te informamos que el último servicio que ofrecen los hoteles es el de carta de almohadas con un amplio catálogo para todos los gustos.

Pero centrémonos en la vida útil de una almohada. La duración de las propiedades de descanso de una almohada es mucho más corta que la de un colchón. Su estado “físico” es bastante evidente: salta a la vista y, si somos un poco despistados, nuestro cuello dará la voz de alarma. No obstante, la  vida de la almohada varía dependiendo del material de su relleno. No es lo mismo una almohada de interior sintético, cuyas propiedades se mantienen 1 ó 2 años, que una almohada de plumas, que puede durar dos veces más si recibe los cuidados pertinentes.

Por poner un ejemplo, las almohadas de fibra son lavables, incluso en la lavadora, y su fecha de caducidad se aprecia si notamos que se vuelve dura o si pierde volumen y uniformidad y notamos “bolas”. Una magnifica prueba es doblar la almohada por la mitad y esperar a ver si vuelve a su estado natural. Si no lo hace… ¡Es hora de reemplazarla!

Historia de la almohada

Las almohadas son casi tan antiguas como el mundo. Se sabe que estuvieron presentes en la civilización sumeria y en el Egipto de los faraones, aunque eran sensiblemente más duras pues su relleno, aunque de materiales naturales, no era de plumas sino de madera, alabastro o metal y que su función pudiera haber sido la de mantener el peinado durante la noche. Así es fácil deducir que sólo fueran empleabas por la clase alta.

Se han encontrado testigos en las tumbas del Egipto Antiguo y llegaron a ser una forma de arte muy refinada, sobre todo en China, donde los materiales naturales tipo madera y piedra, dieron paso a piedras más exclusivas (jade) y a la porcelana, con tallas y colores muy elaborados. Su uso iba más dirigido hacia el descanso y la salud dado que a los materiales empleados se les atribuían propiedades curativas. En muchos casos eran pequeñas cajas con rellenos naturales, pero igualmente duras.

Las almohadas con rellenos blandos, -principalmente paja y plumas-, aparecieron en Grecia y Roma, también como elemento de descanso exclusivo de la clase pudiente, y a partir de ahí su empleo empezó a extenderse encontrándose en la Europa medieval siempre en ambientes corteses y en forma de cojines bordados muy de moda a partir de entonces.

El despegue de la almohada como elemento popular para el descanso llegó con la Revolución Industrial y la producción masiva y poco a poco se fue formando el amplio catálogo de almohadas al que podemos acceder hoy y que cubre las necesidades y los gustos de todos.

La gran pregunta es cómo será la almohada del futuro. Deberá cubrir nuestras necesidades de descanso y mejorar, en la medida de lo posible, nuestro sueño, pero… ¿deberá cumplir alguna función más? Todo depende de cómo evolucione nuestro modo de vida y la importancia que otorguemos a la necesidad básica del sueño. Adelantar posibilidades como algunas que circulan por internet y que incluyen almas robóticas puede ser un poco ciencia-ficción, ¿no?

Adaptarse a la almohada

Adaptarse a una nueva almohada requiere un tiempo, en Dormitienda te contamos todo lo que necesitas saber para adaptarse a una nueva almohada, por norma general siempre nos costara un poco adaptarnos al nuevo sistema de descanso ya sea una almohada o un colchón.

Por norma general adaptarse a una nueva almohada también requiere adaptarse a una nueva postura de descanso ya que cada tipo de almohada requiere una postura diferente…de lado, boca arriba, boca abajo.

Puedes tardas dos o tres semanas en adaptarse a una nueva almohada, dependiendo el cambio de postura que implique ese cambio de almohada. Puede que te despiertes por las noches porque estés incómoda, coge la almohada vieja y duerme un rato con ella,  de esta manera te irás acostumbrando poco a poco a la nueva almohada, y a dormir en una nueva posición, el cambio será más lento pero seguro que pronto no podrás dormir sin la almohada nueva.

Dormir de lado.

Cuando duermes de lado la almohada tiene que ocupar el espacio justo que hay entre la cabeza y el colchón, consiguiendo que la cabeza y las cervicales estén alineadas con la columna. Debemos tener claro que la almohada esta para dar apoyo a la cabeza, al cuello y a los hombros.

Otro aspecto que se debe tener en cuenta es que cuanto más ancho sean los hombros, más gruesa tiene que ser la almohada para que así haya una correcta alineación. Al igual que si duermes en un cochón duro la almohada también tiene que ser más dura , en cambio, si duermes en un colchón más blando, la  almohada tendrá que ser menos firme.

Es importante probar la nueva almohada sobre un colchón de la misma firmeza.

Dormir hacia abajo. 

Esta postura no es la más recomendable para dormir ya que dormir hacia abajo puede arquear y torcer la columna hacia atrás y puede tener efectos negativos a largo plazo. Si eres de los que duerme hacia abajo podemos plantearnos que con el cambio de almohada intente cambiar también la postura en la que duerme.

Dormir boca arriba.

Si eres de los que duerme boca arriba tendrás que utilizar una almohada más baja que si duerme de lado. La cabeza, el cuello y los hombres tienen que tener un correcto soporte. La perfecta almohada permite que la cabeza se hunda un poquito y las cervicales quedan perfectamente estiradas.

En el blog de Dormitienda encontraras consejos sobre todos los temas relacionados con el descanso. La postura correcta, porque bostezamos, los sueños, como adaptaros al colchón nuevo, los sistemas de descanso para los niños, como podemos descansar la vista

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