El sueño y muchas otras cosas más… La llamada astenia primaveral existe pero lejos de ser una enfermedad, se trata, de acuerdo a la comunidad médica, de un pequeño trastorno temporal fruto de la adaptación de nuestro cuerpo a todos los cambios naturales que trae consigo la nueva estación.
De todos estos cambios, -temperatura, luminosidad, humedad, horario, etc.-, el incremento de luz natural en primavera, que tan vitales y activos vuelve a unos, es el responsable de trastornos como el insomnio y la depresión de otros. Ello es debido a que el aumento de luminosidad reprime la acumulación de la hormona melatonina, encargada de distinguir el día y la noche, y revoluciona nuestras pautas de sueño, lo que, a su vez, se convierte en el resto de síntomas de la astenia primaveral: cansancio, falta de concentración, irritabilidad, aturdimiento,…
La solución a este problema temporal no pasa, de acuerdo a la medicina familiar, por los fármacos. Es mucho más sencilla: principalmente dormir, acostarse antes como si el horario no hubiera cambiado y mantener los consabidos hábitos saludables.
De todas formas, la adaptación “primaveral” dura poco, quince días como máximo. El problema es que el final del periodo de adaptación coincide este año con el principio del síndrome postvacacional, así que… ¡Ánimo! ¡Actívate!
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